jueves, 28 de marzo de 2013

LA FELICIDAD



La felicidad

Según diversos diccionarios se define la felicidad como un estado de ánimo que se produce en la persona cuando cree haber alcanzado una meta deseada. Pero, ¿realmente es así?


Existen unos determinantes situacionales que influyen en este bienestar subjetivo determinando su formación y estabilidad, como son, el trabajo, la pareja, la edad, la enfermedad, etc. Este bienestar es específico de cada persona, variando en la misma a lo largo del tiempo. Por desgracia, siempre nos falta algo en la vida para conseguir ese estado. Nadie tiene todo aquello que desea, siempre nos falta algo (salud, dinero, buenos amigos…) La felicidad, por lo tanto, cambia en función de circunstancias y eventos vitales, al mismo tiempo que estimula a conquistar nuevas metas. Y eso es justo lo que les proponemos un tiempo de reflexión que les estimule a realizar un arduo trabajo. No olviden que todo lo que merece la pena tiene un coste y para la conquista de la felicidad se necesita un compromiso, una actitud y mucho esfuerzo.


1. ¿Qué es lo que favorece la felicidad?

Diversos factores y circunstancias, facilitan que nuestro estado de ánimo sea placentero, que vivamos la realidad positivamente Les presentamos algunos:

- Construye tu vida a partir de objetivos: Escribe pequeñas listas semanales de tareas a realizar y cúmplelas. Estudios demuestran que cuanto más postergas algo que sabes que tienes que hacer, más ansiedad y tensión generas. En muchos casos, no necesariamente los objetivos alcanzados tienen que ser materiales, sino el propio proceso de evocar estados afectivos y placenteros, nos puede llevar a la consecución de la felicidad. Así, la utilización de los verbos: pensar, soñar, imaginar, desear, aspirar, ilusionar, tocar, sentir, etc. Nos puede conducir a un estado de felicidad plena. Es cierto, que cuando hablamos de felicidad, nos referimos a un estado más duradero que sucede con el resto de las emociones, pero: ¿no se es feliz soñando despierto?, pensar en la persona amada, imaginarnos en un paraíso que nosotros mismos construimos, crear un proyecto de trabajo, en esos momentos somos felices, experimentamos un placer que dure minutos, horas o días nos proporciona una sensación de bienestar que quisiéramos hacer duradera, ¿podemos conseguirlo? ¡!Vamos a intentarlo ¡! Para conseguirlo, trabajaremos en posteriores entradas, la autorregulación, la motivación, la empatía y las habilidades sociales. 

- La importancia del ahora: una conexión entre lo que hago y lo que puedo hacer, entre lo que tengo y lo que puedo tener. Cuando disponemos de posesiones materiales que cubren nuestras necesidades básicas, la relación entre felicidad y cantidad de bienes materiales se torna borrosa, desaparece. En nuestra sociedad, dominada por el materialismo, siempre aspiramos a la consecución de más y más bienes materiales, por lo que alcanzar un estado de plenitud, es poco probable. No se es más feliz por tener más posesiones, de hecho la correlación entre bienes materiales y felicidad es negativa. Según diversos expertos de  la materia, la felicidad es equivalente a plenitud.  Esa frase debemos de enfocarla como conexión de las posibilidades que tengo en el presente y que la vida nos ofrece, es decir, como una posibilidad realizable de proyectos.  Es por tanto fundamental, estar con los ojos bien abiertos, conscientes que lo que estamos viviendo ahora mismo es, de por sí, un don. La felicidad no es un estado que nos van a regalar sino algo, que uno con su propia actitud y con su acción, puede conseguir. Hay personas que esperan que les llegue una racha de suerte y dejan hipotecados su bienestar emocional y su felicidad a los resultados profesionales, bienes materiales… Cuando alguien hace lo que le gusta, está conformando su destino, está conforme con su existencia y fundamentalmente acepta todo lo que la vida nos ofrece cómo un regalo, y no está luchando contra la vida entonces todo es causa de disfrute. Por lo tanto estamos en este mundo para disfrutar pero también para aprender, evolucionar y crecer como seres existenciales que somos. Así, cuando empezamos a luchar, vienen los conflictos. Vivimos angustiados pensando en aquello que ocurrirá el día de mañana y se nos escapa lo mejor y más bonito que tenemos que es el HOY. Si pensamos en el ahora sobre el futuro con ilusión es positivo, lo mismo ocurre con el pasado, si lo enfocamos, si lo vivimos bajo unas emociones de culpabilidad, remordimientos… es muy difícil que uno se encuentre bien.

-Relaciones interpersonales placenteras: al ser humano no le es posible ser feliz sólo, necesitamos expresar y compartir lo que sentimos. Una relación adecuada y grata con los demás genera felicidad. Es sabido que las relaciones positivas generan felicidad. Los amigos, las relaciones de pareja, la familia, los compañeros de trabajo a pesar de que en momentos puntuales pueden ser fuente de conflictos, son necesarias para que la persona alcance la felicidad, existe por tanto, una interacción mutua entre felicidad y relación interpersonal, de manera que una refuerza a la otra.

- Disfruta siempre que puedas: la enfermedad, el dolor, las molestias…son fuente de infelicidad, ¿podemos regular nuestro estado emocional y sobreponernos a las adversidades? ¿Se puede ser feliz en situaciones adversas?. Las personas afrontamos situaciones adversas y manteniendo un equilibrio entre demandas y recursos, sí podemos ser felices. Si aprendemos a construir la felicidad mediante la consecución de pequeños objetivos seremos capaces de afrontar las adversidades y ante ellas….ser felices ¡!. Disponemos de numerosas investigaciones que confirman que el afecto positivo y la salud física están relacionados, existe una bidireccionalidad entre las respuestas afectivas y la enfermedad, las emociones como factor que actúa en el origen, curso y evolución de una enfermedad; y la enfermedad como causante de afectos. Las experiencias emocionales positivas nos proporcionan recursos psicológicos más efectivos para prevenir y afrontar los problemas de salud. Sabemos que la felicidad es un estado de ánimo más duradero que las reacciones emocionales, como la satisfacción, la alegría, obtención de placer intelectual, etc. Los momentos alegres, de satisfacción laboral, placer sexual, etc. mejoran nuestro tono afectivo y, por tanto, la felicidad. Es importante, disfrutar estos momentos de placer, experimentarlos y revivirlos cada vez que nos sea posible.

- Es imprescindible que nos cuidemos físicamente, que nos pongamos en forma, que estemos fuertes con el mejor cuerpo posible. Los expertos aseguran que hacer alguna actividad física es igual de bueno que tomar un antidepresivo para mejorar el ánimo. Es más importante que hagamos 1 hora de deporte al día, que cualquier otra cosa ya que la gente que se cuida es más feliz y tiene más optimismo. El 41% de la gente dice que se siente más feliz cuando piensa que se ve bien.


2. Pero ¿con todo lo anteriormente expuesto es suficiente?

Debemos tomar conciencia del elemento más importante  para el bienestar personal que es el pensamiento. Sobre el pensamiento a veces podemos llegar a pensar que no podemos evitar pensar en una cosa u otra, pero lo cierto es que es la propia persona el que lo dirige, aunque en ocasiones no funciona de forma estrictamente racional. Erramos en la interpretación de la realidad, muchas veces la realidad es como se nos aparenta y nos afecta en función de cómo la interpretemos, por lo que es necesario adoptar estrategias para que los efectos de los acontecimientos vividos sean beneficiosos en la medida de lo posible. Se necesita alcanzar un equilibrio que favorezca nuestra autoestima y nos retenga de realizar acciones irresponsables. A partir de esta premisa, la realidad no es lo que está fuera si no lo que nosotros interpretamos desde nuestro interior, el pensamiento que nos evoca. Así, el pensamiento nos regula las emociones y es imposible el intentar sentirnos de otra  manera si nuestro pensamiento es el mismo del que teníamos antes. Por ello, la clave está en aprender a pensar, aprender a ver todas las posibilidades trabajando desde el punto de vista optimista que es la mejor opción. Sin embargo, tenemos la tendencia de pensar lo que nos falta y no lo que tenemos y es en esas circunstancias donde el ser humano se va sintiendo pobre y se hunde, puesto que no se da cuenta de la riqueza que posee.

La gente tiene que desarrollar  bien aquello que se conoce como mirada del águila ya que estamos muy ciegos con la mirada de la hormiga puesto que es una mirada limitada donde no vemos el trasfondo de las cosas. El águila puede ver desde un estado de consciencia mucho más expandido, cómo es nuestra vida, dónde queremos ir, cuál es nuestro presente, ser conscientes de vivir  fundamentalmente el día a día pudiendo proyectar nuestro futuro pero dedicando e invirtiendo tiempo en nosotros mismos ya que si no lo hacemos así, la vida se convierte en rutina.

Por ello el ser feliz es un verdadero arte que cada persona de una manera individualizada debe saber crear y ser capaces de mirar a través de las apariencias. Así, hay que darse cuenta que aquello que aparentemente es negativo, qué posibilidades nos ofrece.


3. El papel de las  emociones

Racionalizar las emociones negativas (saber disculparnos a nosotros mismos) es transformador, es un bálsamo, es mágico y maravilloso, pero sobre todo para la persona que lo da, nos libera de cargas y culpas innecesarias. El ponerse en el lugar del otro (ser asertivo) ayuda a asimilar el porqué de las actuaciones de los demás, así mismo a perdonar, a compensar los efectos de las emociones de tono hedónico negativo y del estrés, porque comprendemos, lo que en verdad pasa en el interior de la persona, a conocer su mundo, a entender sus razones, su sufrimiento, y su dolor, por ende, se percibe que no hay nada que perdonar. No guardar nada oscuro en el corazón, ni remordimientos, ni arrepentimientos. El odio envenena el alma (para Aristóteles, la felicidad estaba más relacionada con la actividad del alma que con la del cuerpo).

Emociones como el odio, el rencor, la vergüenza, la culpa… son emociones negativas que cada uno de nosotros debemos de ser capaces de reconvertirlas en emociones positivas porque no son más que emociones tóxicas a las que uno está expuesto. Por ejemplo, si nos dijeran que el entrar en el reactor de una central nuclear nos produciría cáncer, estaríamos dispuestos a estar allí dentro mucho tiempo?. Pasa lo mismo con las emociones negativas, que siempre son algo causado por un pensamiento del pasado y que se convierten en lastres que no nos dejan avanzar hacia un futuro mejor.

Si queremos controlar a alguien, no tenemos más que darle miedo y crearle un sentimiento de culpabilidad. Pero, ¿cómo nos vamos a sentir culpables de lo que yo hice la semana pasada si ése era otro? El ser humano cambia todos los días y uno no puede pedir cuentas a alguien de lo que hizo ayer. Porque los seres humanos evolucionamos probablemente la perspectiva que podamos tener la semana pasada, no es la que tenemos hoy. Por ello no podemos estar pensando en aquel error que cometí hace un tiempo sino que he aprendido de aquel error y gracias a aquel error hoy soy mejor persona. Debemos rodearnos de argumentos positivos que nos faciliten la vida. Piénsenlo, es absurdo escoger la opción negativa que nos vuelve más pusilánimes e infelices. No nos compliquemos la vida gratuitamente intentando obtener con el victimismo un alivio, les aseguro 100% que no funciona.

Diversos estudiosos del tema afirman que las emociones se contagian. El éxito viene de imitar, el problema es que la mayoría de gente imita al torpe. La calidad de vida que tenemos en estos momentos de la vida no se ha tenido jamás, pero estamos creando un mundo de pesimistas, de débiles, de frustrados: es decir, estamos agotados, cansados, preocupados… Es mejor, por tanto, tener como modelo o referente alguien que irradie optimismo, pasión por las cosas; que nos motive y contagie una actitud positiva. Cuando no realizamos tareas que nos apasionan o no tenemos una vida que nos gusta el cerebro calcula cuantos años de vida te quedan viviendo así y la única manera que tiene para avisarte para que cambies, es una enfermedad. Es decir, si por ejemplo tenemos mucho trabajo y nos sentimos preocupados o al contrario, no tenemos trabajo y nos sentimos preocupados, el cerebro intentará relevarse porque depende  nuestra propia supervivencia. En ese estado el cerebro provocará que tengamos sueño, que tengamos dolor de cabeza, nos dará problemas físicos y psicológicos ¿para qué? Para que cambiemos de vida y si no le hacemos caso ¿qué hace? Incrementan los síntomas y los dolores hasta provocar una enfermedad grave. Todo lo que hacemos en la vida es estar buscando el amor.


4. Cosas que olvidamos

Cómo ya hemos dicho, cada persona, decide o no, si quiere ser feliz: Actitudes positivas, no darse por vencido, luchar todos los días ante la adversidad, ir por la vida con la frente en alto, con una sonrisa para los demás, dando lo mejor.

Por ello, siempre debemos ser conscientes que la felicidad solo la podemos encontrar dentro de nosotros mismos, no nos la puede dar nada, ni nadie, es nuestra decisión y elección. No depende de "Ningún Hombre, de Ninguna Mujer" No debemos estar esperando "Ese alguien que nos haga feliz," tenemos que aprender a ser felices con nosotros mismos, eso es fundamental.

Aquello que hace que seamos infelices es el haber perdido la mirada del niño. Cuando nosotros dejamos de mirar el mundo como niños y nos volvemos personas serias, automáticamente empezamos a ver la vida en blanco y negro y no a color como los niños. Por lo tanto lo idóneo es saber conjuntar el ser niños pero con la sabiduría que nos da la experiencia y sin trasladar el bulto que nos da la responsabilidad que nos otorga la edad.

Se puede ser feliz con cosas simples y sencillas que nada tienen que ver con lo material. La vida nos regala cada día, la fortuna de existir, el aire, el sol, la luna, las estrellas, el cielo, el mar, las flores, las aves, y no paro de contar, eso, sin tener en cuenta, todas las cosas buenas que un día nos puede deparar, la ingenua y genuina sonrisa de un niño, su inocencia, su candor.

La vida misma es música, el canto de las aves, el rugir de las olas, el sonido del mar, el crujir de las hojas, el sonido de las gotas de agua al caer, el viento, los rayos, las centellas, la lluvia, los huracanes, la naturaleza toda con sus múltiples fenómenos, entre otras más, son un concierto y una sinfonía sin par.

La felicidad se compone de pequeños instantes que unidos como en una película conforman tu vida misma y así se  consigue que valga la pena ser vivida como debe ser, con alegría, con optimismo, con amor, con pasión, con deseos inmensos de vivir lo que haya que vivir, con toda la intensidad, porque es, una oportunidad única, irrepetible y sorprendente la que se nos ha brindado.

La libertad tiene que ver más con tu paz interior, no con las cosas que posees, puedes tener mil carencias materiales, o por el contrario poseerlo todo, pero si en tu interior no tienes paz, y no eres feliz contigo mismo, es muy difícil que te sientas libre. Es aceptar tu presente y tratar de mejorar lo que se pueda, aceptar lo que no, y desde ahí, empezar a trabajar, en aras de lograr lo que quieres, porque si no existieran las dificultades, no tendríamos que esforzarnos para nada.

Dar el primer paso, lo importante es como actuamos, no como lo hacen los demás. Tratar de llegar a su alma en el momento preciso, con la palabra justa, brindar, paz, consuelo, el empuje que a veces necesitamos, renovar las esperanzas, llenarnos de nuevas energías, cuando estas faltan, porque no somos una isla, no somos perfectos y no tenemos que ser siempre fuertes e invencibles, algunas veces podemos, somos, y necesitamos también, ser vulnerables, es parte de nuestra naturaleza.

Para alcanzar la libertad interior, debemos trabajar desde nuestro interior, operando los cambios necesarios para su fin. Cada día es una oportunidad para hacer la diferencia, para cambiar las circunstancias que no nos gustan, lo que no nos agrada. Aprender los unos de los otros, compartir, dar amor, limar asperezas, reconocer nuestros errores, enmendar los mismos, y renacer de nuestras cenizas.

La humildad, que según la psicología positiva, es un rasgo de la personalidad que nos facilita el tener empatía, es importante cultivarla diariamente. Nada pasa en nuestra vida porque sí, todo tiene su razón de ser. Debemos escuchar nuestra voz interior, confiar y apostar por nosotros, que todo va a salir bien. Si creemos en nuestra fuerza interior, no habrá nada ni nadie que nos pueda vencer.


5. ¿Son más felices los optimistas?

Hoy sabemos que el nivel de felicidad de una persona está directamente relacionado con su coeficiente de optimismo. Para que algo te llene tienes que tener en cuenta dos cosas: la 1ª sentir que depende de ti y la segunda que creas que aquello que haces, sirve para algo. Hay factores cómo el simple hecho de reír, aumenta la flexibilidad mental o el hecho de que algo o alguien te guste está relacionado con lo que quieras a esa cosa o esa persona. La felicidad favorece que la autoestima crezca siendo por tanto una fórmula de motivación para la acción.

 “La vida causa los mismos contratiempos y las mismas tragedias, tanto a optimistas como a pesimistas, pero los primeros saben afrontarlas mejor” (Martin Seligman).

Tan relevante es el acontecimiento que nos suceda como la forma en que los afrontamos, las personas felices no se toman la vida de manera menos trágica, sino que la misma forma de comportarse favorece el desarrollo de unas formas de actuar que le benefician y hace que tengan más éxito en   diversas facetas de la vida. No creemos que exista una predisposición genética a ser optimista o pesimista, ni que sean conceptos inmutables, son estilos cognitivos que mantenemos al corroborar sus planteamientos y reforzamos por el ambiente. Las conductas que llevamos a cabo, tanto optimistas como pesimistas tienen consecuencias diferentes: las primeras favorecen la acción y la interacción personal, las segundas, traen consigo inacción y aislamiento.

Tenemos que ser brillantes, entusiastas, alegres… porque una vida sin pasión no vale la pena. Nietzsche dijo: “Fuerte es el que vence a muchos, invencible el que se vence a sí mismo”. Seamos valientes y no nos convirtamos en nuestros peores enemigos.

También podríamos aplicar la ley causa / efecto: todo lo que ocurre en la vida es por algo, luego o cambiamos las causas o no cambiaremos los efectos, por ello sólo cambiaremos los efectos si cambiamos nuestra manera de pensar.


6. Por último

En resumen diremos que encontrar la felicidad no es una tarea de suerte como quien va a buscar setas en el campo. Se trata de un trabajo arduo que requiere un esfuerzo y voluntad. Lo primero que se tiene que tener es una actitud positiva que nos cree un caldo de cultivo positivo en nuestro sistema cognitivo. Por ello, la clave está en aprender a pensar y ello debe traducirse en un aprender a cambiar. El cambio debe producirse en primer lugar en el pensamiento y después en los hábitos que tenemos.

Hemos puesto una relación de hábitos de conducta que deben de cambiar como son: Crearse unos objetivos en los que nos sintamos involucrados y nos ilusionen. Dar importancia al momento presente, puesto que el ahora es lo que realmente tenemos, ni lo anterior ni lo que tenga que venir es importante. Relaciónate más con la gente si no tienes amigos, búscalos, es importante el compartir las cosas cotidianas, el sentirse comprendido y poder disfrutar de la buena compañía. Disfruta siempre que puedas, es decir, no dejemos desaprovechar aquellas cosas que nos hagan sentirnos mejor (placer físico, ilusión, paz, sonreír…) y tanto experimentarlos como revivirlos cada vez que nos sea posible. Por último es importante realizar algún tipo de actividad  física puesto que nos proporcionará un mejor aspecto y más fuerza y vitalidad para afrontar cualquier tarea tanto placentera como para afrontar problemas.

Tengamos una apertura, comulguemos con una actitud abierta frente a las cosas. No cometamos el error de intentar cambiar el interior con el exterior puesto que el cambio radica en nosotros mismos. Seamos ambiciosos  y reconozcamos las virtudes que poseemos y aquello que nos engrandece.

Somos unos privilegiados de tener el don de la vida y debemos considerarla como una aventura apasionante donde nosotros somos quienes escribimos sus líneas. No es el llegar al destino, si no la calidad del viaje lo que nos dará una vida placentera.

 Eduard Punset escribía en uno de sus libros que "la felicidad se encuentra en la antesala de la felicidad". Es decir, en los momentos previos en los que se saborea el esperado instante que está por venir.

Además, es necesario vivir cada día como si fuera el último, porque puede ser nuestra última oportunidad y también, oportunidad pasada oportunidad perdida. ¿La vamos a dejar pasar? Ésta es la reflexión.



martes, 26 de marzo de 2013

PREVENCIÓN, TÉCNICAS DE MODIFICACIÓN DE CONDUCTA PARA EL TRATAMIENTO DE LA HIPERTENSIÓN ARTERIAL (HTA) Y OTROS FACTORES DE RIESGO.



PREVENCIÓN, TÉCNICAS DE MODIFICACIÓN DE CONDUCTA PARA EL TRATAMIENTO DE LA HIPERTENSIÓN ARTERIAL (HTA) Y OTROS FACTORES DE RIESGO.

 

OBJETIVO.

         Exponer las técnicas o estrategias psicológicas que se utilizan en Modificación de Conducta para el control o prevención e intervención de la Hipertensión Arterial. (HTA), haciendo una revisión crítica y una propuesta de tratamiento.


INTRODUCCIÓN.

         Obviando la parte necesaria del tratamiento médico, los psicólogos clínicos, en nuestra formación biológica (Fundamentos Biológicos de la Conducta primero y Psicofisiología, después, incluida en los últimos planes de estudio, estudiamos –entre otras cosas- que el SNA, concretamente la rama simpática (información que no es ocioso recordar, nos la proporciona el modelo bio-médico), puede jugar un papel importante en la enfermedad cardiovascular, sobre todo en los “factores de riesgo hemodinámicos”. 

         Una alternativa al desarrollo del trastorno coronario la constituye la hipótesis de Obrist (1981), según la cual, en los primeros momentos del trastorno hipertensivo es la actividad beta-adrenérgica, (mediada comportamentalmente) la que controla las elevaciones de la presión arterial, enmascarando la presencia de componentes vasculares por la vasodilatación. Componentes que sólo con el paso del tiempo se harán evidentes.

La hipótesis inicial de Obrist se documenta en el trabajo de Julius y Esler (1975), donde se defiende la tesis de que la mayoría de aberraciones cardiovasculares observadas el la Hipertensión Limítrofe pueden ser explicadas por un mecanismo neurogénico (excesiva activación beta y decrementos sinergéticos del tono vagal). Obviamos por tanto, hacer referencia a todos los trastornos y enfermedades que puede causar en los diferentes órganos-diana el hecho de mantener en el tiempo una hipertensión limítrofe o de grado 2.    
    
Para una información más detallada sobre esta hipótesis y las que posteriormente surgieron acúdase a Obrist (1981, 1982) y Obrist et al. (1983a, 1983b).   


TRATAMIENTO PSICOLÓGICO: (TÉCNICAS).

         Nosotros, como psicólogos (clínicos y de la salud), o modificadores de conducta, debemos pensar –y muy racionalmente- que la reactividad que se supone en la mayoría de los sujetos es reforzada tanto social como materialmente; con lo cual, ya entraríamos a considerar estrategias que intervengan sobre los “factores de riesgo psico-sociales”. Ya que las condiciones generadoras de la elevación se mantienen o son potenciadas por el tiempo, con lo cual, o en cuya consecuencia, la presión se ve elevada con mayor frecuencia. Es decir, una persistencia (por ejemplo) en comportamientos que impliquen “afrontamiento activo” (estrés: el sujeto se ve desbordado o sin capacidades para hacer frente a las urgencias del medio; ansiedad: el paciente tiene un componente cognitivo de temor infundado o desadaptativo que disminuye su capacidad de obrar y le incapacita; depresión: nuestro paciente no posee o no pone en práctica las habilidades para solucionar cierto problema o conjunto de problemas, de manera satisfactoria; etc…), y frecuentes elevaciones en la presión, daría como resultado un deterioro de los mecanismos de reajuste de las elevaciones en la salida cardiaca y presión sistólica.

         De manera y modo que, por ejemplo, un Patrón de Conducta tipo-A, donde se esperan: sobrecarga, impaciencia, hostilidad competitiva por dependencia social y pérdida de control emocional; o muchos pacientes con trastornos de ansiedad, estrés post-traumático o depresión y, en definitiva, cualquier patología o condición que implique activación psicofisiológica, es (o son) buenos candidatos para padecer cualquier evento cardiovascular.

         Acto seguido tendríamos que hacer especial hincapié en si las estrategias que utilizan estos ejemplos mencionados, son desadaptativas o ajustadas. Como partimos de la base de que están en estado de “sufrimiento” para paliar éste, por un puro proceso de reforzamiento negativo de la conducta (alivio del malestar), se incrementa o se hace uso del alcohol en exceso; se comen grasas y alimentos hipercalóricos; se incrementa el nº de cigarrillos (si ya se fumaba) y se ingieren otras sustancias estimulantes como el café u otras ilegales, al mero objeto de rendir más. 

Por un lado se usan apaciguadores y por otro se necesita energía.

         Así pues, entraríamos de lleno en los “factores facilitadores”. Pensamos que cualquier estrategia psicológica que no se proponga como objetivo incidir –interviniendo adecuada y sistemáticamente- sobre estos factores, está abocada al fracaso. (Por ello, se pasará más tiempo en el bar, en vez de estar en una cancha de tenis; el supuesto relax se convierte en un velado sedentarismo; la ociosidad hace que se fume más, se duerme mal o peor, etc…).


● Técnicas de control de factores hemodinámicos.

a): Control directo: Las técnicas o métodos directos de control de los factores hemodinámicos se han basado en el uso del biofeedback para la reducción de la presión en sí misma o para actuar sobre ella mediante otras actividades relevantes en la regulación de la misma. El feedback de presión sistólica y diastólica han mostrado ampliamente su eficacia y validez terpéutica desde hace ya algún tiempo. (Elder, Leftwich y Wilkerson, 1974), (Blanchard, Young y Haynes, 1975).

b): Control indirecto: Históricamente, los métodos indirectos que se han utilizado han sido las técnicas de control de la activación como la Relajación Progresiva o Diferencial de Jacobson (1939), el Entrenamiento Autógeno de Schultz, con instrucciones de autosugestión de calor, pasividad y total relajación (Klumdies y Eberhardt, 1966) y la relajación hipnótica, (Friedman y Taub, 1978).

En resumen, aunque nosotros prefiramos utilizar la primera (“Relajación de Jacobson”), todas las técnicas comparten un objetivo común, y es el de reducir la actividad, especialmente de la tensión muscular (tendríamos que matizar los beneficios psicofisiológicos que ello proporciona) y cobran especial sentido por sus menores requerimientos instrumentales; su utilización se puede realizar conjuntamente con otras técnicas y son escasas las referencias de su empleo en solitario.


● Técnicas de control de factores psicosociales.

         Estas estrategias, pueden abarcar todo el conjunto de técnicas de modificación de conducta que se utilizan en la actualidad. Ahora bien, los programas o paquetes de tratamiento sobre el manejo de la ansiedad y el estrés, son los que más ampliamente se han usado.

         Así, el programa terapéutico de Chandra Patel avalado por una serie importante de trabajos experimentales, (Patel, 1973; Patel, Marmot y Terry, 1981), incluye: información acerca del trastorno cardiovascular, entrenamiento en relajación autógena y en feedback de actividad electrodérmica, entrenamiento en solución de problemas e instrucciones para aplicar todo lo aprendido con el programa. Al que se le podría añadir –pensamos- y comprobar el peso de ingredientes tales como el entrenamiento en asertividad, habilidades sociales y/o autocontrol. 

         En lo que se refiere a los factores relacionados al patrón de conducta Tipo-A, se elegiría Terapia Cognitiva, concretamente, la Terapia Racional-Emotiva de Albert Ellis, ya que específicamente, se ha mostrado eficaz en el tratamiento de los clientes/pacientes con este conjunto de patrones de comportamiento disfuncionales, así como en los enfermos coronarios secundarios a él. (Jenni y Wollersheim, 1979).   


● Técnicas de control de factores facilitadores.

         Todas estas intervenciones se deberían realizar desde la perspectiva del autocontrol, (Fernández-Abascal, 1998). Proporcionando información adecuada sobre los efectos de estos facilitadores; ya que por la a-sintomatología de la HTA y los largos períodos que tardan en hacer efecto estos factores, no siempre es fácil lograr la adherencia a esta parte del programa terapéutico.

         Es decir, las medidas irían enfocadas a que el paciente pueda “autocontrolar” (previo entrenamiento), la ingesta por ejemplo de grasas, alcohol, y sodio o, simplemente, modificar su dieta habitual. Igualmente, habrá de controlar el consumo de tabaco y de cualquier sustancia –por ejemplo, fármacos- que pueda tener efectos activos sobre el sistema cardiovascular.

El último, por ahora, punto importante a tener en cuenta es la cantidad de ejercicio o actividad física desarrollada; que caso de resultar insuficiente o inadecuada, deberá modificarse e implementarse con un ejercicio físico que al sujeto no le sea aversivo. 
  
Insistimos en que las “técnicas de autocontrol” a emplear (dado que la mayor parte de los factores facilitadores proceden de hábitos alimenticios inadecuados), deberían ser especialmente entrenadas por un psicólogo experimentado, por ser de crucial importancia.     


NUESTRA PROPUESTA DE TRATAMIENTO.

         A tenor de lo expuesto en los epígrafes anteriores, nosotros consideramos que una buena descripción del tratamiento para este tipo de paciente debería incluir al menos una técnica del control de la activación fisiológica (relajación(1), por ejemplo, prescindiendo así del biofeedback), y técnicas de autocontrol(2) como ingredientes necesarios.  

         Ahora bien, como no sabemos si son suficientes, utilizaríamos asimismo, o podríamos incluir en el programa o paquete de tratamiento técnicas de solución de problemas(3). 

Si el paciente fuese deficitario en habilidades sociales o no las pusiera en práctica por temor (a hacer el ridículo, por ejemplo), también se le podría entrenar o exponer, según proceda. Asimismo, la asertividad, bien aislada, bien como componente del propio entrenamiento en habilidades sociales, como estilo adecuado de comunicación, debería ser abordada. (Sobre todo a los pacientes que presentan conducta Tipo A, a los que también se les podría encomendar la realización de tareas y estrategias de (guías) de utilización del tiempo*).

Al proponer el paquete o programa de tratamiento en formato grupal, estaríamos exponiendo per se a todos los integrantes del grupo o de los grupos, (teniendo en cuenta que algunos de ellos pueden presentar problemas de interacción social –y a los demás no afectaría), con lo cual, mediante técnicas de counseling u otras como el modelado tendríamos un punto a favor tanto del paciente a tratar, como nuestro, pudiéndose formar una cohesión grupal que facilitara el proceso terapéutico.

(1): La relajación puede ser abordada mediante varias técnicas de desactivación psicofisiológica, pero la más utilizada, en sus procedimientos abreviados, ha sido la relajación progresiva o diferencial de Jacobson. Alternativamente, se podría entrenar a los sujetos en control de la respiración, (lo cual en grupo no llevaría más de 15-20 minutos) con tablas de ciclos de inspiración/retención/expulsión del aire, reduciendo de este modo también la activación fisiológica.

(2): Las técnicas de autocontrol son esenciales. Con ellas pretendemos que el paciente entienda primero su problema y realice después todas aquellas prescripciones higiénico-dietéticas de su médico, de manera autocontrolada y no, hetero-controlada; que el paciente sea su propio terapeuta en su proceso de “cura”, incrementando así su motivación y la adherencia a los tratamientos. (Por ejemplo: Ingesta de fármacos, ejercicio físico pautado y sistematizado, no ir a comprar sin haber comido antes –a fin de evitar adquirir alimentos hipercalóricos, abandono de habitos cardiotóxicos –café, tabaco, alcohol, higiene del sueño, autorregistros de ingesta y gasto calórico, etc. etc.).   
(3): Estrategias de solución de problemas. Con ellas podemos hacer que nuestro desanimado paciente se interese y se involucre activa y no pasivamente en la solución de los propios problemas inherentes a la vida y que encuentre la solución más adecuada o que al menos, pueda minimizar los perjuicios y maximizar en lo posible las posibles ganancias. 

Se les da a los sujetos –previamente instruidos- un “manual para el cliente/paciente” de tres o cuatro hojas, a fin de que sean capaces de reconocer y clarificar las fases de solución de uno o más problemas. Incluye una fase de “conceptualización”, otra de “brain storming” o “tormenta de ideas” y otra de “planificación y puesta en práctica” de la solución elegida. Teniendo en cuenta que no será la perfecta, pero se acercará a ese ideal de perfección.


(*): Las guías de organización del tiempo son unas dos hojas aproximadamente que se les suele dar como “tarea para casa” a los pacientes que sufren de ansiedad generalizada (entre otros trastornos), pero que pueden ser utilizadas en este paquete a fin de que el sujeto tenga percepción de controlabilidad…; es decir, que no se preocupe más de lo necesario, en definitiva. Incluyen ejemplos y tipos de actividades como A. B y C, que, unas deben ser cumplidas sin demora, mientras que otras no son importantes y se podrían aplazar, sabiendo siempre que más tarde o más temprano tendrán que ser ejecutadas.


DISCUSIÓN Y CONCLUSIONES.

         Se observa una gran laguna en la literatura especializada desde que se empezaron a emplear en trastornos cardiovasculares las técnicas psicológicas (finales de los años 70 y segunda mitad de los 90, respectivamente). No sabemos muy bien si esto es debido al surgimiento de los nuevos fármacos anti-hipertensivos. Pero programas similares han demostrado su eficacia hasta en un 70% de los casos, (Fernández-Abascal y Pozo, 1990) y desconocemos si la razón de peso para su no mantenimiento o utilización en formato grupal, es la limitación en el tipo de recursos (tanto humanos como materiales), que pueda hacer que su uso quede restringido a hospitales y grandes centros de salud, y la política que pueda existir al respecto. Así, a tal fin, se podría reducir el tiempo de empleo de las técnicas (v.gr. método abreviado de relajación), y ser parsimonioso en su aplicación a la par que efectivo, manteniendo una serie de sesiones recordatorias (además de las de seguimiento), si hiciere falta, pero siempre prescindiendo al máximo de elementos innecesarios o presumiblemente inocuos.  

         Del mismo modo, deberíamos pensar racionalmente que, si este tipo de pacientes se ve beneficiado de nuestro tipo de intervención, los costes para los hospitales y el Sistema Sanitario a buen seguro se verían también reducidos (fármacos, días de hospitalización, etc.),  aumentará la adherencia a los tratamientos farmacológicos e higiénico-dietéticos; y si ésta es escasa, al prescindir de algunos componentes del “paquete” también se verá beneficiada por las mismas razones.   

         Para concluir, sería conveniente hacer una amplia metodología que pudiese servir a los efectos de observar cuál de los “ingredientes” del programa de tratamiento son “activos”, (mediante una estrategia de desmantelamiento, por ejemplo) y así poder obtener unos niveles no sólo de eficacia y efectividad, sino de eficiencia, adecuados. 


REFERENCIAS.


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